viernes, 22 de junio de 2012
Crítica de Cine: 'Proyecto X'
La fiesta inolvidable, Despedida de soltero, Animal House ... La historia del cine tiene varios filmes sobre fiestas descontroladas, que se van de las manos, pero acaso ninguna sea del todo como Proyecto X . Por un lado, porque está filmada como un falso documental, usando la que supuestamente es la cámara de un amigo que graba todo lo que sucede en la noche en la que se arma un fiestón de cumpleaños para un adolescente al que, digamos, no le sobran ni los amigos ni las chicas. Y, por otro, porque la película no tiene más que contar que la fiesta en sí.
Cuando sus padres se van convenientemente de vacaciones, Thomas decide aceptar la propuesta de su amigo Costa y armar una gran fiesta para ganar popularidad en el colegio. Thomas quiere algo normal -30, 50 personas-, pero el asunto explotará vía redes sociales y pronto serán cientos y cientos de personas las que se diviertan, descalabren y terminen causando el caos en la casa del cada vez más confundido (y borracho) adolescente.
El problema de Proyecto X es que, narrativamente, no es más que la suma de los momentos que van llevando al caos total. Casi no hay una trama o una idea narrativa que sostenga lo que se ve: una cadena de clips musicales con gente bailando, gente tirándose a la pileta, chicas sacándose la ropa, o objetos rotos de todo tipo, de vidrios a coches, a la cuadra entera. Por lo que, una vez planteada la lógica bestial del desastre, no quedará más que sentarse y verlo desarrollarse. Una subtrama sobre una amiga de Thomas con la que tiene una confusa relación tampoco agregará mucho al paquete.
Si algún interés tiene el filme es pensar hasta qué punto una película como ésta refleja un cierto estado de cosas en los Estados Unidos.
No se trata de un descontrol contracultural, ni de un personaje que desarma una fiesta ordenada, ni hay una boda en camino. Se trata, simplemente, de un ejercicio en romperlo todo, con lo contundente y a la vez monótono que eso puede ser como experiencia para el espectador, que no participa en la fiesta. Tal vez sea una señal de las motivaciones de una generación que no se ve con demasiado futuro: una especie de grito punk de las clases medias californianas cuyo futuro, acaso, no incluye el nuevo modelo de iPad. Y si hay que romperlo todo por eso, a no dudarlo.
Veredicto: 6,5/10
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